Vicepresidente norteamericano Biden ofrece una defensa débil de la prohibición de drogas en respuesta a las crecientes llamadas de presidentes latinoamericanos para un debate sobre la legalización

Press Release March 6, 2012
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Durante una visita de dos días a México y Centroamérica, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que aunque el debate sobre la legalización vale la pena discutir, no hay posibilidad de que la administración de Obama cambie su política de droga.  Las declaraciones de Biden llegan en medio de las demandas de presidentes latinoamericanos que la legalización debe ser incluida entre las opciones para reducir la violencia, la delincuencia y el caos relacionados con la prohibición—demandas que están creciendo con rapidez.

Sr. Biden se reúne hoy con el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, y con otros lideres centroamericanos. El mandatorio guatemalteco dijo que el debate sobre legalización será en la agenda.

Ethan Nadelmann, director ejecutivo de la Drug Policy Alliance, emitió la siguiente declaración:

La declaración de Biden que "no hay posibilidad de que la Administración Obama-Biden vaya a cambiar su política en cuanto a la legalización" no viene como una sorpresa. Esa declaración es consistente con las políticas de drogas de EE.UU. desde hace mucho tiempo y es difícil imaginar que la administración quiere que el debate se abre durante de un año electoral.

Sin embargo, las declaraciones de Biden sobre el tema son notables en tres aspectos:

Primero, el vicepresidente reconoció que es "totalmente legitimo que este debate sea planteado" y "se vale la pena discutir".  Esto es más de lo que ya ha concedido sobre el tema. Es consistente con la declaración del presidente Obama del 27 de enero, 2011 que la legalización es "un tema completamente legitimo para discutir". Y envía un mensaje al zar estadunidense de drogas y a otros funcionarios federales que hasta ahora han rechazado cualquier discusión sobre esto que ahora es posible discutirlo y tal vez participar en el creciente debate.

En segundo lugar, lo que es más notable en las declaraciones de Biden sobre el tema es la debilidad de sus argumentos.  Enfocarse – como él lo hizo – en la necesidad de crear "una burocracia costosa para regular las drogas y los nuevos adictos" si legalizamos, mientras restando importancia del hecho que una burocracia de este tipo costaría solamente una pequeña fracción de lo que actualmente cuesta detener, enjuiciar y encarcelar millones  de personas por violaciones de las leyes de drogas, parece absurdo. Dijo que "comprensiblemente, el debate siempre ocurre en el contexto de violencia seria" dentro de la sociedad, "especialmente en sociedades que no tienen los marcos y estructures institucionales para enfrentar operaciones organizadas e ilícitas." Pero vale la pena señalar que el debate sobre legalización ha sido lo más amplio en respecto a la marihuana y en países como los Países Bajos, y esto no es consistente con el contexto que Biden mantiene es central.  La superficialidad de  las declaraciones del vicepresidente refleja el hecho que esta administración, como las previas, ya no ha pensado seriamente sobre alternativas a las políticas actuales.

Y tercero, la combinación de las declaraciones publicas de Biden en cuales rechaza la legalización, en conjunto con cualquier presión que el u otros funcionarios norteamericanos pondrán para cerrar el debate no van a terminar la discusión. No cuando la Comisión Global de Políticas de Drogas, cuyos miembros incluyen George Shultz, Paul Volcker, Fernando Henrique Cardoso, Ernesto Zedillo, Cesar Gaviria, Javier Solana y otros de distinción comparable, ha hecho un caso impresionante, tanto para reformar las políticas de control de drogas y para "romper el tabú" sobre un debate publico y amplio. No cuando los presidentes Felipe Calderón, Juan Manuel Santos, Otto Pérez Molina, Laura Chinchilla y otros han unido a su llamada en varias maneras. No cuando empresarios prominentes y otros líderes cívicos están cada vez más haciendo lo mismo. Y no cuando las políticas prohibicionistas y punitivas impulsadas por el gobierno de los EE.UU. siguen causando tantos estragos en tantos lugares del mundo.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, el primer presidente quien apoyó públicamente la legalización a finales de 2011, según se informa, estaba buscando a otros presidentes con quien se puede unir. Ahora él tiene el tipo de aliado que necesita: el presidente nuevo de Guatemala, Otto Pérez Molina. Desde hace mucho tiempo se dice que un "Nixon va a China" escenario es la mejora opción para abrir el debate sobre alternativas a las políticas prohibicionistas fracasadas.  Otto Pérez Molina es un político conservador y un ex general quien tuvo un papel fundamental en la aceptación del Ejército de los acuerdos de paz que terminó la larga guerra civil en el país hace dos décadas. Él acaba de empezar su mandato de cuatro años y está avanzando de manera estratégica para asegurar que este debate crucial no se cierra. El tema será en la agenda durante el Cumbre de las Américas en Cartagena en abril y también en reuniones nacionales, regionales e internacionales a partir de entonces.

Quienquiera estará en la Casa Blanca durante los próximos cuatro años tiene que intensificar su juego en este debate. Porque ahora no va a desaparecer.

A young woman holds a sign that says "End the Drug War."

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