La guerra contra las drogas se infiltra en nuestra vida cotidiana y en nuestros sistemas de apoyo.
En lugar de invertir en las comunidades, los políticos priorizan la vigilancia, la vigilancia policial y el castigo. Un arresto o una condena relacionados con las drogas pueden bloquear el acceso a recursos vitales esenciales como el empleo y la vivienda. Pero los daños de la guerra contra las drogas se extienden mucho más allá del sistema penal.
Los sistemas civiles diseñados para ayudar, como las escuelas y los servicios sociales, se han convertido en herramientas de castigo. Las familias son... destrozado Incluso sobre el supuesto consumo de drogas. Las personas son deportadas por posesión de marihuana en lugares donde es legal. Los estudiantes son expulsados debido a las pruebas de drogas aleatorias. Incluso necesidades esenciales como alojamiento y beneficios de los alimentos Se les niega el acceso debido a las políticas de detección de drogas. Para quienes lidian con la adicción, estas severas sanciones pueden dificultar aún más la recuperación cuando la estabilidad es esencial.
Desde pueblos rurales hasta centros urbanos, estas políticas perjudiciales perjudican a personas y familias de todos los orígenes. Cuando se les impide el acceso a viviendas, empleos, escuelas e incluso a apoyos contra el hambre, esto impacta a nuestras comunidades, incrementando la falta de vivienda y provocando sufrimiento público. Si bien personas de todas las razas y etnias consumen y venden drogas en proporciones similares, las personas negras, latinas, indígenas, no ciudadanas, personas con discapacidad y personas de bajos ingresos se ven perjudicadas de manera desproporcionada debido a la aplicación selectiva de la ley.
Para empeorar las cosas, las empresas privadas depredadoras se benefician mientras la gente no puede obtener ayuda. Las grandes corporaciones que controlan los centros de tratamiento de adicciones tienen... presionaron contra las prácticas basadas en la evidencia Para aumentar sus ganancias. Solo para cobrar a los pacientes y a Medicaid con frecuencia, exigen frecuentes consultas presenciales, a pesar de que médicos y funcionarios de salud pública abogan por opciones más accesibles.
Eliminar las barreras al apoyo conduce a comunidades más seguras y saludables.
Los barrios más seguros ofrecen vivienda, empleo y servicios que la gente necesita. Invertir en apoyo social, atención médica comunitaria y vivienda accesible beneficia tanto a las personas como a la comunidad en general.
Los legisladores deben poner fin a las políticas perjudiciales de la guerra contra las drogas y garantizar que todas las personas, independientemente de su consumo, tengan los recursos necesarios para una vida sana: un lugar seguro donde vivir, oportunidades laborales, un empleo estable y la posibilidad de mantenerse en contacto con sus seres queridos. Esto también implica un mayor acceso a servicios voluntarios para la adicción y a servicios sociales.
Cuando las personas cuentan con estabilidad y asistencia, pueden gestionar mejor sus necesidades, participar positivamente en la sociedad y construir comunidades más saludables. La Alianza de Políticas de Drogas trabaja para eliminar las barreras al trabajo, la atención y el apoyo, independientemente del consumo de drogas, para que las familias y las comunidades no solo sobrevivan, sino que prosperen.