Por mucho que confiemos en las nociones académicas de los hallazgos empíricos y la validez en nuestra investigación, es fundamental cuestionar de dónde proviene nuestro conocimiento y según qué estándares se juzga. El proceso burocrático e institucional de la práctica investigadora estándar puede oscurecer tal reflexión crítica, distanciando al investigador de las realidades vividas por sus participantes. Particularmente en el ámbito de la investigación de drogas, el proceso de investigación tiene el potencial no solo de apoyar a las comunidades, sino también, lamentablemente, de tergiversarlas y patologizarlas. Estas brechas se traducen en una investigación de drogas imperfecta y, a su vez, en una política de drogas menos efectiva.
A través de paneles de discusión y actividades de talleres, los asistentes examinaron cómo los investigadores pueden involucrarse y colaborar mejor con organizaciones comunitarias y personas que usan drogas de manera ética y respetuosa de su experiencia. Nuestros colegas propusieron mejores prácticas, basadas en sus experiencias de riqueza, para investigadores que trabajan con personas en la comunidad de estudio y comunidades que interactúan con investigadores. Además, los asistentes aprendieron sobre principios de descolonización que pueden guiar a los investigadores a trabajar de manera diferente dentro de las estructuras de poder existentes.