El Departamento de Estado afirma tener éxito contra la cocaína en Colombia mientras el presidente Uribe solicita la extensión del multimillonario Plan Colombia
Presione soltar23 de marzo de 2004
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El presidente colombiano Álvaro Uribe está en Washington esta semana, reuniendo apoyo para una extensión del Plan Colombia, el paquete multimillonario que vence en 2005. Pero mientras el presidente George W. Bush elogia a Uribe (el gobierno de Colombia es el único gobierno latinoamericano que apoyó la guerra en Irak), los críticos sugieren que el Plan ha sido todo menos un éxito.
“Es ridículo que el Departamento de Estado cante victoria en Colombia cuando estas políticas están fallando según sus propios estándares”, dijo Ethan Nadelmann, director ejecutivo de Drug Policy Alliance. “Incluso ellos admiten que estas fumigaciones no han hecho mella en el suministro de cocaína en los EE. UU., su objetivo declarado. Lo triste es que han estado vertiendo veneno en América Latina durante años, y todo lo que tienen para mostrar son miles de acres de selva tropical denudada”.
Las críticas a la combinación de fumigaciones y ayuda militar del Plan Colombia incluyen:
El precio de la cocaína callejera en Estados Unidos no ha aumentado, según la DEA y los propios informes de la ONDCP. También continúa siendo puro y fácilmente disponible.
El efecto globo: el cultivo de coca en países vecinos como Bolivia y Perú ha aumentado mientras que el cultivo en Colombia ha disminuido.
La coca cultivada a la sombra que no es detectable por las cámaras satelitales del Departamento de Estado ha sido detectada en Colombia, al igual que las variedades de mayor rendimiento.
La devastación ambiental en Colombia continúa como resultado de las fumigaciones venenosas: el agua se contamina, los cultivos alimentarios legítimos se destruyen y las selvas tropicales quedan desnudas.
Las fumigaciones también provocan enfermedades de la piel y los ojos y la muerte de niños y campesinos locales.
Los $2.500 millones en ayuda militar para combatir el llamado “narcoterrorismo” han resultado en una escalada de la carrera armamentista interna en la guerra civil entre guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha y el ejército colombiano.
El estímulo tácito del presidente Uribe a los grupos paramilitares (responsables de la gran mayoría de las violaciones de derechos humanos en Colombia, según Amnistía Internacional) significa que, aunque los paras han reconocido sus estrechos vínculos con los traficantes de cocaína (el líder Carlos Casta