Margaret Dooley-Sammuli al (213) 291-4190 o Tommy McDonald al
SACRAMENTO — El zar antidrogas del presidente George W. Bush anunció hoy su oposición a la Proposición 5, la Ley de Rehabilitación de Delincuentes No Violentos (NORA, por sus siglas en inglés), que ampliará el acceso al tratamiento de drogas para jóvenes y delincuentes no violentos, y hará que la rehabilitación sea una prioridad del sistema penitenciario estatal una vez más.
“El zar antidrogas va en contra de toda la comunidad de tratamiento y prevención de California para alinearse con las fuerzas del orden. Hemos probado el encarcelamiento como respuesta principal a la enfermedad adictiva durante décadas y hemos fallado por completo”, dijo la Dra. Judy Martin, presidenta de la Sociedad de Medicina de Adicciones de California. “El campo del tratamiento apoya con entusiasmo la Prop. 5 porque marca un cambio histórico que se aleja del enfoque fallido del zar antidrogas y se acerca a uno comprobado: el tratamiento”.
“El apoyo retórico del secretario antidrogas para el tratamiento es obviamente solo una hoja de parra para el mismo viejo enfoque policial. Este zar antidrogas de línea dura de una administración coja ahora se opone a toda la comunidad de tratamiento de California”, dijo Margaret Dooley-Sammuli, subdirectora de campaña de Yes on 5. “En 2000, el zar antidrogas anterior se opuso a la Prop. 36 y eso no les importó a los votantes. Es difícil imaginar que el zar antidrogas del presidente Bush tenga más influencia”.
Los partidarios de la Prop. 5 incluyen la Liga de Mujeres Votantes de California, la Asociación de Enfermeras de California, la Federación de Maestros de California, la Federación de Consumidores de California, entre muchos otros. Los opositores son en su mayoría organizaciones encargadas de hacer cumplir la ley, con $1 millones con fondos del sindicato de guardias de prisiones de California.
La Oficina del Analista Legislativo calcula que la Prop. 5 reducirá los costos de encarcelamiento en $1 mil millones cada año y reducirá otros $2.5 mil millones en costos estatales para la construcción de prisiones. Esto no incluye los ahorros relacionados con la reducción de la delincuencia, los costos sociales más bajos (por ejemplo, visitas a la sala de emergencias, servicios de protección infantil, bienestar) y el aumento de la productividad individual.